Los abrazos como abrigo, como refugios internos al calor de nuestras entrañas y como forma de amarse sin palabras, siquiera con miradas.

Los abrazos como el romper de las olas en nuestra memoria, como el despertar con un rayo de sol atravesándonos la cara y como el techo de estrellas transportándote… a donde te de la gana.

Los abrazos como lugares, como hogares, como momentos, como instantes de un segundo de libertad en la desidia de nuestra rutina.

Los abrazos como la mano que te levanta y el hombro que te sostiene. Como suspiros, desahogos y caricias.

Ojalá,

ojalá dejar atrás los puños en las paredes, los gritos ahogados y las marcas en la piel. Ojalá abandonar las ojeras, los sobreesfuerzos y la soledad. Ojalá olvidar todas esas mentiras de que podemos hacer todo solos.

Ojalá,

ojalá volver a los abrazos.

 

 

Dubhe