Me dijeron:
O te subes al carro
o tendrás que empujarlo.
Ni me subí ni lo empujé.
Me senté en la cuneta
y alrededor de mí,
a su debido tiempo.
brotaron las amapolas.
Gloria Fuertes
Me dijeron:
O te subes al carro
o tendrás que empujarlo.
Ni me subí ni lo empujé.
Me senté en la cuneta
y alrededor de mí,
a su debido tiempo.
brotaron las amapolas.
Gloria Fuertes
¿Y si me caigo?
Ay cariño, pero, ¿y si vuelas?
Ólafur Arnalds
Miraba al cielo y dejaba caer las estrellas: 1, 2, 14, 1 millón… Parecían caerle encima, dispuestas a quemarla. Una vez alargó el brazo para coger una, tan cerca la veía, pero el resplandor se apagó en su mano, se apagó en la Vía Lactea.
[…]
No caerán estrellas al alcance de tu mano.
Oso – Marian Engels
No solo la poesía es poesía.
La poesía son fábricas abandonadas, la hierba saliendo entre los adoquines, la inmensidad del desierto y el vacío del cielo.
La poesía es despertar con el canto de los pájaros, es el ronroneo de mi gata mientras no me deja dormir y es el cariño y la risa despreocupada de aquel perro vagabundo.
La poesía es la Noche Estrellada de Van Gogh, el Beso de Gustav Klimt y el Jardín de las Delicias del Bosco.
La poesía son los detalles de Hitchcock, los 400 golpes de Truffaut, los silencios del Bergman y los paisajes del cine italiano.
Pero también son poesía las madres con doble jornada, las mujeres no escuchadas y las ningunedadas.
También son poesía el cariño de nuestras abuelas, las arrugas de quien tiene todo el peso del tiempo a sus espaldas y la lucha diaria e invisible de todas ellas
Porque todo el trabajo de cuidados afectivos y personales es también poesía. Por ellas, que luchan cada día contra todas las dificultades del mundo y además contra la falta de reconocimiento por ser mujeres. Que no hay mayor poesía que mantener el mundo a flote.
Por ellas, que viva la poesía.
Dubhe
Caricias
susurros
vellos de punta
esa sonrisa, entrada al paraíso
mirada incandescente, esos ojos que son hogar
cuidados, anhelos de un futuro mejor
viajes a la playa que nunca hicimos, revolcarnos por la arena de nuestros sueños
paseos interminables
tardes de cine, ver los créditos hasta el final
jugar mientras cocinamos o bajo las sábanas
las vueltas que me dabas en la vida
todo el cariño que desbordabas
el primer te quiero y los últimos
leernos poesía y cantarle en silencio a las estrellas.
Dubhe
Bendita estrella del norte que me rodeas con tus brazos y me acaricias en las noches de vigilia.
Cuando el resto calla tú siempre estás ahí, con tu perenne abrazo y perfecto sosiego.
Solo tú entre tantas iguales te mantienes firme y segura para mostrarnos el camino.
Porque en el océano de la perfección tú eres la diferente, la que lucha contra la eterna e implacable corriente del universo.
La que pese a todo lo que pueda pasar, siempre estás ahí señalando el norte, el del mundo y el mío.
Dubhe
Te recuerdo en cada uno de los besos del metro, en cada roce de manos accidental y en cada abrazo desmedido.
Te recuerdo en cada guiño de ojos, en cada mirada brillante y en cada sonrisa de esperanza.
Te recuerdo en cada persona que llora a escondidas entre vagones, en cada grito de agobio y en cada suspiro de alivio
Te recuerdo en cada una de las películas que vimos, en cada una de las fotos que nos hicimos y cada una de las veces que nos caimos para volver a levantarnos.
Te recuerdo en cada reencuentro afortunado y en cada final sin despedida. En cada momento de felicidad de los últimos años pero también, en los últimos meses, en los más amargos.
Te recuerdo a todas horas. Y, pese a que muchas veces dudo de si tienen más peso los recuerdos que duelen que los alegres, siempre termino llegando al mismo punto y es que todos esos recuerdos me ayudan a conocerme mejor y a sanarme por dentro.
Así que por todo lo disfrutado, por todo lo sufrido, por todo lo amado y por todo lo vivido, te quiero, te quiero seguir recordando.
Dubhe
Max Richter