girassóis

mariana froes – girassóis de van gogh

Recitales 19

Me gustan los placeres banales, acariciar las paredes rugosas y quebrar una y mil veces las espigas del trigo.

Mirar el cielo y ver pasar las nubes.

Seguir mirándolo y ver pasar las estrellas.

Admirar los resquicios de las ventanas, pero también los de mi entrañas.

Anhelarte cuando te vas y suspirar cuando no.

Disfrutar de cada momento como si fuese el último y saber apreciar cuando estás lejos. Otros tipos de aprendizajes.

Igual de importante es aprender a convivir como aprender a estar lejos.

Desposeyéndote. Retorciéndonos en la incertidumbre de las relaciones aprendidas, destruyéndolas para construir desde cero.

Equivocarse una y mil veces para seguir subiendo sin freno a veces, otras con más calma.

Quitando las escaleras que pusieron otros para construir nuestros propios peldaños a medida.

Tan sencillo, tan complicado y tan necesario.

 

 

 

Dubhe.

Finales 2017/principios 2018

Recitales 18

Tiempo medido en juegos y no en trabajos

Piratas en busca de tesoros entre la arena.

Las carreras de chapas

Los mayores cuidándote y tú cuidando a los pequeños

La pena si llueve y la alegría por saltar en los charcos

Los «puede salir a jugar menganito?»

Los niños nuevos con anécdotas nuevas

Los llamatimbres y las carreras

Las manos negras y las rodillas en carne viva

Las caricias y los abrazos en las despedidas

Los sueños con ser mayores para ser felices

Los sueños de ahora porque ya lo éramos

 

 

 

Dubhe.

Cerca de la semana santa del 2018

Recitales 17

Sentirse solo, vislumbrar el vacío. Contemplar la inmensidad, el horizonte.

Ese horizonte que tantas veces te ha salvado.

Espacios abiertos para salvarme el alma, la vida, del abismo de la incertidumbre. Del no saber que coño hacer. De no saber gestionar nada. De mentir constantemente para engañarme a mi mismo y a los que me rodean. Joder.

Saltar al vacío se siente tan cercano.

La inmensidad siempre me fascinó, pero también me daba vértigo. Vértigo de ese que quieres tirarte. A ver qué pasa. A sentirlo. El aire golpeándote a toda velocidad mientras caes. Te gusta la adrenalina y la velocidad. Te crees que el mundo es tuyo cuando estás en lo alto. Ver todo, todo en orden. Pero luego no tenemos el valor de nada.

Vértigo. Al frío, a la soledad, a disfrutar a ciegas sin nadie que me acompañe. A mi mismo. A mi manera de relacionarme y a vivir mi mentira. Ojalá pudiese volar.

Se me aglutinan las emociones. Ojalá pudiese describir lo bello que resultan los árboles vistos desde el cielo. Describir la belleza de encontrar estrellas y la seguridad del abrazo de quien más quieres.

Ojalá se apaguen las bombillas.

Ya no se oyen pájaros en la ciudad.

 

 

Dubhe.

Otoño 2017

Recitales 16

Abraza el dolor y respira.

Quiérelo como nunca has querido a nadie.

Deja que pase a través de todo tu cuerpo, a través de cada hueso, gota de sangre y poro de tu piel.

Deja que penetre y te inunde. Que te inunde pero no ahogue.

Acepta el dolor como tuyo, porque lo es. No lo escondas, porque no puedes.

Abrázalo y respira.

Abrázalo y deja que pase a través de ti.

Abrázalo para recordarlo.

Para poder valorar cada minuto de felicidad y para poder aprender de él.

Abrázalo sin dudas, y con ellas, pero por encima de todas las cosas abrázate a ti, ámate con todo tu ser y nunca permitas que el dolor te nuble.

Tú eres tus momentos de felicidad pero también los de dolor, y no son opuestos.

Así que hazlo.

Abraza el dolor y respira.

 

 

Dubhe.

Otoño 2018

Recitales 15

La poesía es la superación del diestro que no tiene diestra, de la niña que no se puede comparar con su padre, de aquella mujer de ochenta y pico a la que le arrebataron sus sueños por tener que cuidar de todos.

Eso es poesía y a la mierda la poesía convencional.

Dejemos de buscar lo extraordinario en películas y novelas de ficción y empecemos a verlo en el salón de nuestra casa.

Dejemos de buscar poesía en los versos más repetidos y sin sentido para nuestras almas que escribió alguna persona que no ha visto lo que nosotros y parémonos a ver a todas aquellas personas, lugares y momentos que nos pasan por delante y nos dan igual.

Dejemos de leer al autor polaco de moda y démosle un abrazo a nuestra abuela, mientras nos hacemos una infusión caliente y le escuchamos contarnos su vida.

 

 

 

Dubhe. 2018/19

Recitales 14

Disfrutar de la melancolía mientras me descubro mirando las nubes, esas que son como acuarelas de sueños desparramados por el cielo, jirones de historias y experiencias que se entremezclan formando telarañas de algodón y recuerdos.

¿Cómo no voy a amar mi nostalgia con un espectáculo como éste?

 

Dubhe.

(¿2018?)

Recitales 13

Esta es la historia de un ser diferente a los demás. Parte de dragona, parte de bruja y parte de gigante que demostraban que no estábamos precisamente ante el común de los comunes.

Era una dragona, de eso no había ninguna duda, pues ningún otro ser puede albergar tanto fuego en su interior.

Era una bruja, nadie podía negarlo, pues otra persona es  incapaz de hacer semejantes sortilegios.

Era una giganta, obviamente, pues ningún humano puede tener tales dimensiones.

Así comienza nuestra cuento, con un ser nada común con una historia nada común.

Por suerte, ésta su historia no aparece en ninguna de esas leyendas de la antigüedad en las que la humanidad se dedicaba a aniquilar todo aquello que fuese diferente. Tampoco, y pese a ser real, aparece en los libros de historia, pues los excelsos eruditos jamás se pararon a contemplar lo que está recubierto de sencillez.

Esta historia solo la sabemos quienes tuvimos el placer de conocerla. Y pese a que ya hace algún tiempo que murió, sigue viva en cada una de las poesías que escribió y en cada uno de los corazones que la amaron y que ella amó.

Pocas dragonas, brujas o gigantas se recuerdan que escribieran poesía.

Era especial. Llena de peculiaridades.

Aun teniendo unos brazos no muy largos parecía que su abrazo lo abarcaba todo. Veíamos, sin verlo, sentíamos, como sus brazos se estiraban hasta llegar mucho más allá de nuestros cuerpos, hasta que las distancias desaparecían penetrando en lo más profundo de nuestros pechos.

Abrazos que duran eternamente, incluso ahora cuando ya no está.

Daba igual que fueses amigo, familia, enemigo o completo desconocido: el abrigo de su abrazo no conocía ni límites ni fronteras, con una mirada era capaz de saltar océanos y romper murallas y… ¡ay! la sinceridad de su sonrisa podía hacer que el mundo entero cayese a sus pies.

Las armas, las ofensas, insultos y desprecios no tenían cabida en su presencia. Solo con su eterno amor y cariño era capaz de derretir toda hostilidad.

Era fascinante su capacidad de unión, de cuidar, de desprender amor, de hacer un nido, un hogar.

Podría haberse comido el mundo si así hubiese querido (o la hubiesen dejado), pero en lugar de eso se sentó al lado del fuego a ver crecer los gatos y nacer las rosas, mientras seguía aprendiendo de sus 9 árboles y 13 ramas de vida y de todo aquel que se dejase ver por aquella cocina.

Y pese a todas las situaciones difíciles que afrontó y superó, todas ellas dignas de una serie de novelas, y de lo increíblemente inteligente que era, nunca ostentó ser algo más que ella misma: simple y llanamente alguien genuina en su especie.

Con más fuego interno y cariño que cualquier humano, dignos de cualquier dragona.

Con más errores, remiendos y recetas a la espalda que cualquier persona, dignas de cualquier bruja.

Con un corazón infinitamente más grande que cualquier ser, digno de cualquier giganta.

Y pese a todo eso, era la más humana entre las humanas.

Ojalá aprendamos alguna vez a amar como ella lo hizo.

Ojalá aprendamos alguna vez a perdonar a los demás, sobre todo a nosotros mismos, como solo ella sabía.

Ojalá, algún día, todo el mundo pueda conocer a una dragona, a una bruja y a una giganta como ella.

Ojalá, algún día, tengáis una abuela como la mía.

 

 

Dubhe.